Palabras. No son más que signos, sucesión de letras que poco
tienen que ver con la realidad. Que no significa más que lo que nosotros
queremos que signifiquen. Dicen que no existe la magia, pero el lenguaje no es
más que eso, magia. Manchar cualquier superficie de líneas de tinta y decidir
que eso signifique algo, que ese trazo recoja tu vida, si así lo deseas.
Alguien, alguna vez, recogió un sentimiento, manchó un papel
y lo llamó amor. Alguien decidió que su necesidad de admitir ese sentimiento
hacia alguien fuera mediante dos palabras: te quiero. Y se hizo tan, tan global
que quizá sea la coalición de palabras más dicha, escuchada o deseada de oír
del mundo.
Y a mí, que no sé darle buena forma en grafito a mi vida, me
desagrada. Está en boca de tantos que lo aborrezco. Nadie, no hay dos personas
en el mundo cuyos sentimientos puedan ser idénticos. No hay dos gotas de agua
iguales en ninguna parte. No existen las simetrías perfectas, eso es algo de lo
que estoy segura. Y las polisemias… Las polisemias acaban con los significados.
Algo que significa todo no significa nada.
Y me da rabia. Me da rabia por el primer ser humano que dijo 'te quiero', me da rabia la manera universal de contaminar la creación de esa
persona, de pervertirla y exponerla, desnuda, al mundo entero, sádico violador
del arte. Hemos llegado a dotar esas palabras de responsabilidad,
aunque se sigan diciendo sin ton ni son. Porque el problema no es decirlo, sino
entenderlo. Porque quien lo entiende es quien fija las reglas, los propósitos,
las responsabilidades que eso implica. Y yo no me atrevo a dejar a la libre
interpretación de nadie un concepto que no se limita a mis propios
sentimientos. Y viceversa. A nadie le gusta equivocarse, por ello no entiendo a
quien decide elaborar su propio concepto del significado de un te quiero, que a
saber qué quiere decir nadie con eso.
Quizá por eso, quizá por lo repelentes que me resultan las
cosas cotidianas, y aun más las cosas que dice todo el mundo de igual manera
queriendo referirse a cada única experiencia; o a lo mejor es sólo por que no soy
capaz de asumir responsabilidades, porque no quiero crecer del todo, porque no
quiero entender lo que ello significa. Quizá es eso por lo que siempre pensé
que nunca lo diría, que me intoxicarían las ganas de huir si algún día alguien
me lo dijera.
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