domingo, 14 de octubre de 2012

D.



Sabe a color rojo, a pólvora y a óxido. A desorden, a cenizas, y sí, también a tabaco. Frío, muy frío, y con un toque amargo, ácido, a mandarina. Sabe a vísceras. Sabe a lo que debería haber dentro y ya no está, a pérdida, a agua de lluvia. Y te quema la garganta como un chupito de vodka.

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