Leones.
Ya no siento nada más que rabia cuando discutimos y ganas de tenerte entre las piernas. Me he acostumbrado a contestar “yo también” a tus tequieros, sin sentir, que es justo lo que siempre me prometí no hacer. Estoy bien apoyada en tus hombros, agarrada a ti. Tan bien como puede estar un león tumbado cómodamente a la sombra en una terraza de un piso en la ciudad.
1 comentario:
Muy buena, pasate por mi blog : http://tedascuentadelascosas.blogspot.com.es/
te he dejado un regalito :)
Publicar un comentario